Vino

Violeta, movedizo y perfumado, el vino que lo esperaba en aquella noche, azul oscuro, con contrastes de estrellas brillantes y lejanas.
Sin ti hubiese sido como la simpleza de esa sagrada bebida, como el color, cambiante, la noche y el vino se parecen, así como el cantor a su melodía, sí, estoy segura que se conocen como las personas a las que uno mas quiere y extraña, quizá por eso siento aquel perfume dulzón que me marea y me hace sentir cosas, primero hay que saber sufrir después amar después partir, después que importa ya el después, tanto pasado, pesado, inútil, el hoy que me marea como el tinto, blanco y otros elixires de los dioses, en fin…¿qué vas a hacer?
No puedo mas parar con esos favores que te hago siempre, vender el alma, rifar el corazón, tirar la poca presencia que me queda, hay que borrarlo si no es mas madurable que tu amor, que se acabó. Si queres volver tal vez pueda amarte o intente hacerlo, pero no va a ser una dulce y romántica apertura de cabeza, ni nada, solo te utilizaré, tal cual vos supiste cortar mi alma en pequeñas gotas, que aún derramadas intento recuperar, aunque no quiera la sangre, o que se yo, me hace intentar una y otra vez pensar en volver, la estupidez, una palabra chica para tal persistir.
Sus pasos marcaban un cuatro por cuatro que se podían bailar solo con su ir, la naturaleza… grandiosa se achicaba en tierras con sus pisadas, guardando de ti esa huella repetidas veces, marca que tatúa mi alma sin pedir permisos; sería bueno pegar un buen grito y apartar todos tus fantasmas, mis borracheras a causa de tus presencias, ¿querés saber algo? Si, vos, acercáte prestáme tu oído que el alarido de horror mas tenebroso va a ser poco fuerte y no te va a dejar lo suficientemente sordo como para intentar devolver tanta perdida de tiempo.
¡Mozo! Que sea una botella más de aquel tinto especial de la casa, ¡si si! A cuenta del caballero morocho que suele acompañarme.