Desde una Villa en el Parque (Anterior)

miércoles, septiembre 21, 2005

TRaBAJO




Tragué lo que quedaba.
En mi mente sólo un pensamiento, fuerte, mordaz, tal vez una pregunta: ¿porqué siempre lo mismo? Si podía ser diferente.
Tragué hasta el final. Me dieron arcadas, tuve que aguantarlas, sabia que si no vendría la mano pesada, de golpes con marcas de colores violáceos, en la piel, y en mi presente. Mi piel gastada, rota, descosida, llena de cicatrices.
No aguantaba más.
¿Y vos me preguntas si me jacto de “haberla vivido”? Justamente a mí. No.
- ¿Sabías que la más tierna de las miradas, la más ingenua, me da envidia, me llena los ojos de lágrimas?
Sigo tragando el interminable odio materializado, desbordado. Creelo, nunca estuviste tan lejos mío, creelo, nunca otra persona eligió todo lo contrario, léelo, estar tan cerca.

No paran de exigirme, los odio, los necesito, te necesito.
Podría salir corriendo y parar con todo, pero el dolor de los pinchazos se hizo carne y ya no vale la pena ese cambio; hay otros, otras, repito, escribo, otras personas, otros abrazos, otros besos, tus besos.
Pero me tiene acá.
No consigo elaborar un plan para huir sin dejar huellas, pedir ayuda a mis compañeros es inútil, me delatarían, es lo que ocurre siempre, y tengo miedo a perderte.
Ayer el trabajo no fue tan desagradable, te imagine junto a mi, lo imaginé tuyo, pero duro poco, luego vinieron ellas, las arcadas, y ellos, los ascos. Parece gracioso aunque nunca lo fue.
Te quisiera ver, vos sos la gracia que quiero en mi vida, no esto.

El mediodía martillaba con su calor húmedo aquel desagradable lugar.
Hoy sería mi paraíso de libertades, creelo, ni sus polvos blancos lo harían mas fuerte que mi odio, mi odio enorme, gigante como los encierros y estas obligaciones.
¿Oíste hablar del silencio?
La mano ya no me peso y cayó filosamente en el lugar justo, liberando su sangre del caos de esclavizarme.
Y hoy soy libre.
Libre para vos. Por mí.

viernes, septiembre 09, 2005

Trabajo: un Día martes

Martes - alguna hora - algún lugar

- ¿Y cómo puedo saber que estaba haciendo aquel martes a las quince horas?
Imposible.

Un cielo gris y melancólico acompañaba mi borrachera de noches sin dormir, de días sin ver el sol, la lluvia nublaba todo: humedad, agua, humedad, frío, agua.
No podía determinar con exactitud porqué quería saber los hechos de aquel martes, me sangraban los pies de caminar de su casa a la mía sólo para ver si la luz de su cuarto brillaba entre persianas, siempre bajas, cómo saber si ella sabía de mi existencia que sólo era tal por ella, no sin mí sino contigo, yo todo lo que tengo... que es nada, quise dárselo, era así de simple, quería irme para habitar otra realidad de compañías diferentes, con experiencias vividas y no tanto miedo, no tanto alcohol, menos penas y lastimaduras, más soles, menos nubes, más clavados al mar y vistas de paisajes con verdes increíbles, escalones que suban montañas, aguas que recorran caminos, nacimientos, menos muertes de almas vivientes, obsesiones nulas por males menores... solo te pido que me escribas... optar por no contaminarse de falsos males, incontenibles, compulsivos, obligatoriedades falsas, responsabilidades fáciles, agradables, menos cuerpos pesados, mas liviandad de espíritus, menos “todo ok” y ¡¡¡Basta de esta catarsis!!! Fría, kitch, asquerosa, penosa; quiero logros, victorias con historias dentro del camino, límites aceptables, odios poco contenidos.
¡BASTA; dije Basta! Será que ella me mira por las líneas de luz que deja su ventana y, si es así, ¿Qué pasa, qué haría? La esperaría de brazos abiertos, con el corazón en la mano, los ojos brillosos, la pasión brotando por los poros de mi piel, o me escondería en el ligustro para no atajar su pesado sentimiento amoroso de pocas palabras ¿Y cómo puedo saber yo?No tengo porque saberlo.
Y vos pareces tan quieta...
El martes… 15 horas… mmmm… no sé… realmente no sé.

domingo, septiembre 04, 2005

Naranjas podridas




Cuando fui inmortal creí poseerte, cual verde cumulo de naturaleza, cual camino sinuoso, por el que llego caminando a tu lugar, soñado, de aguas turquesas, calmas, según las mareas, gentes extrañas con pocas ropas arrojadas al sol como lagartos.
Y te busco, y te encuentro rápidamente, con suerte, pero no me puedo acercar, apenas puedes mirarme por entre tus lentes, tu corazón, el mío a mil, sudor, millones de recuerdos todos juntos en una cabeza a punto de estallar, escalofríos, temblequeo de piernas; Pero no nos podemos acercar, mirar, tocar, besar, desnudar, después de tanto tiempo, es cruel, como la vida que llevo sin tenerte, sin poder contar con tus tiempos; y solo cuando tu puedas correrás hacia mí, salvajemente amoroso, con ojos brillantes, con todo tu cariño y amor en brazos cuerpo y alma, poseerme es el fin, rápido, sin peligros, con todos los peligros, veloz, llanto, placer, soledad, nada, la misma nada. Y vuelvo a ser mortal solo cuando me dejas mareada, húmeda de emociones únicas, leve de espíritu, sintiendo todo y nada, en pausa, por años, así, con un siempre estaré con vos vivís en mi corazón, créelo, en mi cuerpo, ámame, en mi alma, llórame, en mi ser, mátame, por favor mátame.